La piel intrusa. Yanina Rosenberg




Los cuentos de La piel intrusa tienen un elemento fantástico que interviene en situaciones cotidianas y las transforma. Es un punto que los une, también la forma en la que cada protagonista se hace cargo de lo que debe enfrentar. Hay un mirada punzante sobre los vínculos y la maternidad. Interpela de una forma distinta a la que está estipulada por los mandatos sociales, hoy menos rígidos.
Al leer este libro lo que se percibe es que eso que les pasa a los personajes nos puede suceder a todos.

Los protagonistas de Yanina Rosenberg se desentienden de lo que les toca vivir, se desconectan, y en esa búsqueda de una solución alternativa a sus problemas o penas, habitan otras pieles. Toman decisiones, por momentos, extremas. 
Una mujer se convierte en planta ante la mirada de su pareja que la ve pudrirse; una madre que no puede con los caprichos de su hija y pide al ex marido que la autorice para cambiarle una célula y volver a empezar; otra madre que pelea con el padre de su hijo tironeando de éste hasta romperlo.
Todas historias con un trasfondo interesante que hacen pensar cómo nos conectamos con el otro. ¿Por qué no podemos hartarnos? ¿Por qué tenemos que actuar de cierta manera? Me sentí identificada con algunos textos, en la reacción de la protagonista, en el deseo o sentimiento.

La narrativa de Rosenberg logra que el lector se involucre en las escenas, sienta parte de ese hastío que transitan mujeres, hombres y niños en el día a día, sorprendiendo con un hecho raro, chocante, que por momentos actúa como escape.
Lo bueno es que no hay finales cerrados, con lo cual mi imaginación voló mucho más alto.



La piel intrusa.
Yanina Rosenberg
Páginas de espuma.

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