Cuando deje de llover. Adriana Romano




Hace algún tiempo vengo hablando con mis amigas sobre cómo son las relaciones en general y algunas uniones con nuestros familiares en particular.
Una pregunta que surgió en una charla fue: ¿tenemos que tener vínculo con algunos parientes sólo por ser parte de la misma familia? 


Regresar sin tener a nadie que te espere no tiene sentido, duele...les dice y los mira fijo para convencerlos, para convencerse, para levantar una frontera, una barrera que le impide el paso, que la justifique. A mi me expulsó mi padre. Mi padre me exilió. No me dio paz. ¿Qué me une a mi familia? ¿A qué familia regreso? Y ahora que comprende que el momento ha llegado también para ella -por otros motivos, claro,- se siente forzada y confusa. ¿Quién dijo que debemos amar a los padres?



En Cuando deje de llover Adriana Romano escribió sobre este tema, tratos y maltratos en el seno de una familia bien, que vivía en una estancia de Buenos Aires durante una época difícil de nuestro país. 
La autora cuenta una historia fuerte y mezcla una situación particular con un ambiente socio-político complicado, como el que atravesó Argentina durante la dictadura y el inicio de la democracia, y lo hace con una naturalidad deslumbrante.


Le llamó la atención la polvareda que levantaba un Falcon blanco. Avanzaba a gran velocidad por el camino de entrada que conducía al casco. Visitas, pensó, aunque le sorprendió la hora: las cinco y media. Estaba anocheciendo y el cielo era una franja gris acero. El auto se detuvo frente a la puerta princial. Bajaron cuatro hombres; dos llevaban ropa militar, el tercero era el Comisario del pueblo; el cuarto tenía puesto un impermeable verde. Cuando lo vio, olfateó el peligro y se quedó quieta, oculta detras de la cortina, apretado el cuerpo contra la pared e incapaz de ningún movimiento. Le transpiraban las manos. Oía en las sienes los latidos de su corazón.


Mariana, la protagonista, es una mujer que debió exiliarse escapando de los militares, pero también del odio de Don Ernesto, su padre.
Durante años se mantuvo lejos del país. Y vuelve por pedido de su niñera que era la única persona con la que mantenía contacto, ella le decía en una carta que su padre estaba muriendo y necesitaba su ayuda.
A partir de ese momento empieza a reconstruir su pasado; llega justo cuando la inundación de 1984 la obliga a ocuparse de lo que nadie más puede. 
A medida que pasan los días va descubriendo secretos ocultos durante años. Trata de recomponer la relación con el padre pero no lo logra. Se enfrenta a situaciones horribles que la hacen más fuerte y más decidida a quedarse, a empezar de nuevo.

Una novela hermosa, triste, difícil, intensa, contada con una prosa poética que mantiene la tensión en el relato todo el tiempo pero que, de a ratos, da respiro con párrafos bellísimos.  


Cuando deje de llover.
Adriana Romano.
Modesto Rimba




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