El podrido. Diego Meret.


El día que fuí por el libro de Rubio al ladito estaba este. 
Misma hora, misma librería y misma editorial: Indómita Editorial.
Me llevé dos historias increíbles que tienen un barco en la historia central. ¡Ja! las casualidades en las que no creo. 
Es necesario leer a estos dos señores escritores, en serio.

"Un amanecer rojo. Como de otro planeta o de otro tiempo. Siete, ocho vacas como manchas negras o marrones, separadas por un trazo azulado de bordes plateados. A esa hora incluso los árboles parecían dormidos. Hasta que lo perdió de vista, se entretuvo mirando a un hombre flaco que iba en bicicleta por el campo. Veía al hombre, pero no distinguía el caminito: daba la impresión de que se dirigía a un fuego, a una nubecilla verdosa que se adivinaba bien a lo lejos."

Así empieza El podrido de Diego Meret.
Una novela realista y disparatada; sucia, desprolija y encantadora. Una historia contada con mucha agilidad y sencillez, con un lirismo que te llega por todos lados. 
Abel, el protagonista, volvió a Ituzaingó-Corrientes, luego de una ruptura amorosa. 
Volvió con su hermano y su padre ciego, a trabajar en el taller familiar. Abel es poeta pero se hartó de escribir.
En este pueblo casi fantasma, esto es algo que sentí yo, como un pueblo de escenografía. Más allá de que es un pueblo vivo, con la lectura me sentía caminando por calles de tierra desoladas. 
Abel se encuentra con crotos, un ucraniano, dos negros, una familia poderosa que manda y un circo entre otros. La cantidad de personajes secundarios, los relatos secundarios nutren a la historia de manera excepcional. Por momentos parece ciencia ficción, claro que si uno sabe de las historias de los pueblos ni se sorprende. Pasa de todo.

La personalidad de las mujeres de este relato, la fuerza que tienen, a pesar de ser pocas. Cada una a su manera, con su postura y sus gritos, ensimismada pero con una fuerte presencia en un mundo de hombres, la que da órdenes como si nada. Ninguna de ellas duda.
Mabel es la mujer que Abel dejó en Buenos Aires.
"¿Por qué hacen todo así los poetas, con énfasis novelesco? Dejar una nota sobre el apoyabrazos de un sillón, y esto Mabel lo sabía porque conocía la necesidad novelesca de los poetas, era un gesto novelesco por excelencia. Más tarde, tirada en el sillón, leyó la nota del poeta. Sintió repulsión por la letra tan pelotudamente bohemia de Abel, que Mabel había bautizado tiempo atrás de intencionadamente triste."

Meret tiene una forma muy peculiar de contar. Con velocidad pero sin estrellarse. Las oraciones que se repiten en el mismo párrafo o palabras que repite en la misma frase son un golazo, es muy difícil lograr eso.
El narrador es todo lo poeta que Abel se niega a ser.

"Ya no era ese hombre entero disfrazado de gitana. Pasaba el dia encerrado en el cuarto, ciego y observado por las arañas que habían ido habitando los rincones."

La historia de un hombre que huyó a la casa familiar para refugiarse en los recuerdos, da paso a una historia llena de acción. Abel se va convirtiendo a medida que avanza el relato en un niño con sed de aventuras. Entonces el pueblo se inunda y él se salva de morir ahogado por un pez que lo guió.
El cambio de narrador es algo para destacar, de tercera a primera persona. Sucede con un hecho particular, vuelve a la tercera y algo explosivo "hizo que volviera a la primera persona (...)" Impecable Meret, gracias por tanto.

Abel que necesita encontrar razones argumentales para ordenar sus pensamientos, con todo este asunto de la inundación siente que encontró su lugar. Que puede dar órdenes, que lo siguen. Para él, la inundación resultó una bendición.

En otra parte de la novela se cuenta la gira del protagonista por España, con su amigo y poeta peruano Borges. Días de excesos, de descontrol, en medio de la presentación de su novela.  Abel termina desorientado frente a sus editores, con la ropa sucia y manchada de sangre. Daba vueltas por su cabeza la posibilidad de haber matado a Borges...es muy gracioso el guiño que hace el autor acá.
Y el final que trae finales varios, retornos, verdades, también desarrolla la historia de varios personajes secundarios.

Como si nos relataran un cuento bajo el sol que nos deja medio somnolientos pero con la sonrisa amplia, eso queda en la última hoja.
Una novela extraordinaria y bella.







El Podrido.
Diego Meret.
Indómita Editorial.


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