Los bordes del mundo. Gilda Manso.




El prólogo de este libro me indicó que estaba a punto de disfrutar de una gran aventura.
Los bordes del mundo de Gilda Manso, qué grata sorpresa.
La manera que tiene la autora de manejar la tensión, sin usar artificios ni grandes discursos, la capacidad de decir muchas cosas en pocas palabras, los finales inesperados, hacen de este libro de cuentos uno de mis favoritos.
Insisto en algo que vengo manifestando: nadie debe decir si un libro es bueno o malo, te llega o no. 
Mientras iba leyendo pensaba en Cortázar, cuando dijo que para él la fantasía no era un escándalo dentro de la realidad que uno vive, sino que lo fantástico formaba parte de lo aceptable, de lo posible.
En estas historias, que son tan reales, sucede algo inesperado pero está contado como si fuera "normal". Una niña con alas, un mamut en el armario, una niña gigante, una mujer que se despierta en distintos lugares cada mañana escapando de la rutina que odia, una mujer robot, Rose, que debe satisfacer al hombre y termina siendo una asesina. El profesor de matemáticas, adorador de los números pares que se siente atraído por Concepción, totalmente distinta a él, que lo saca de su zona de confort. 
Todas historias mágicas, situadas, por lo general, en hogares comunes, hogares sin un marco especial.
Me permito decir, a veces hay que inyectarse un poco de fantasía para no morir de realidad.

"Quién comenzó el rumor es algo que tampoco se supo nunca, como pasa siempre. Los rumores no tienen comienzo. El tema fue que el rumor logró semejante tamaño, y logró hacer un ruido tan estridente, que la policía no tuvo más remedio que conseguir una orden judicial y entrar al almacén. El viejo siguió al comisario gritando que era un error, que lo dejaran en paz, que se iban a arrepentir. El comisario y media docena de oficiales entraron al almacén y notaron que el piso latía. Uno de los policías, aterrado, dijo algo sobre un corazón delator de un tal Poe, pero los demás no supieron de qué hablaba, y además estaban muy ocupados tratando de no mearse encima: el piso de madera latía."

El límite entre realidad y fantasía es muy fino, como lectora me sentí haciendo equilibrio, los bordes de Manso no son fijos, se expanden, se acomodan en cada relato.
¿Quién no caminó con los brazos en cruz por una línea recta? ¿Juntando punta y talón, pasito a pasito? 
¿Alguien creyó como yo que si se balanceaba mucho caía de un lado u otro?

También me llamó la atención el tema de la fatalidad o destino, de lo inevitable, me puso en aviso el título del prólogo (Mitología), esa sensación de que un proceso que se tiene que cumplir, lo hace de manera irrevocable. 
Ananké era la diosa griega que dictaba el destino y las circunstancias en las que éste se ha de vivir y encontrar. 
En este mundo, Gilda es Ananké, argumenta y decide, pero también amplía esa condición de absoluto.

La giganta es un claro ejemplo, una historia de abusos y carencias familiares que son aceptadas como parte de lo que deben vivir.
O en Harén, cuento sobre un Sultán y sus odaliscas. Para Zaira, la protagonista, era "difícil ser infeliz cuando uno se acostumbra a su destino, y lo acepta sin preguntarse qué cosas habrá más allá de lo ya revelado."
En varios relatos más noté cierta resignación, en otros hay una suerte de revancha. 

"Cuando solo quedó tierra revuelta, remolinos de tierra, Yalinca se metió en un bolsillo a  Dionis y en el otro a los aterrados y rosados ferules, y empezó a caminar. No podía jurar que más allá de la frontera hubiese un lugar para su increible humanidad, pero tampoco podía decir, como no pudo decirlo nunca, que ese residuo de pueblo era su hogar."

Elegir los cuentos que más me gustaron sería injusto y también imposible, todos me llegaron, me llenaron de placer al leerlos. 
Entre lo relativo y el absoluto hay algo que no deja margen de dudas, es necesario leer este libro, es imperioso hacerlo.
Muchos de por aquí escriben en sus blogs, en una entrevista Gilda Manso contó que fue recopilando algunos cuentos y microrrelatos del que ella tenía en el 2006, los sumó a los que fue escribiendo. En estos últimos años y de esa mezcla nació este libro.



Los bordes del mundo.
Gilda Manso.
Obloshka.



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